Para el montaje o la manipulación a distancia, en la robótica de servicio o en la terapia médica: son muchas las áreas de aplicación concebibles para la ExoHand. El exoesqueleto neumático se puede poner como un guante, sostiene la mano humana desde el exterior y, así, mejora su fuerza y resistencia.
Con la ayuda de la ExoHand, cada uno de los dedos del usuario puede moverse activamente, aumentando su fuerza. De forma inversa, el exoesqueleto también puede registrar los movimientos de la mano y transferirlos a una mano de robot en tiempo real. A través de la retroalimentación de la fuerza, la persona puede sentir lo que está haciendo el robot. Esto significa que el sentido del tacto humano también puede aplicarse a largas distancias e incluso puede utilizarse en la interfaz entre el mundo real y el virtual.
La forma de la ExoHand se adapta a la mano individual del usuario y está fabricada de poliamida mediante el proceso de sinterizado selectivo por láser (SLS). En el exoesqueleto hay ocho actuadores neumáticos que ayudan a que los dedos se muevan, abran y cierren con precisión. La presión correspondiente en las cámaras se regula mediante válvulas proporcionales piezoeléctricas. Los potenciómetros lineales captan la posición de los dedos y determinan la fuerza que aplican los actuadores. Un controlador CoDeSys procesa todos los valores de posición y fuerza y permite una alineación precisa de la segunda mano.
A pesar del elevado grado de automatización, en las plantas industriales siguen existiendo numerosas actividades que solo puede ejecutar el ser humano. A menudo se dan movimientos monótonos y agotadores que se repiten. Estas actividades suponen todo un reto especialmente para los trabajadores más mayores. La ExoHand alivia al usuario y, por lo tanto, podría mejorar la ergonomía en el puesto de trabajo del futuro.
En combinación con una interfaz cerebro-ordenador (BCI) y como ortesis de mano activa, la ExoHand puede ayudar a pacientes con daño cerebral con síntomas de parálisis a renovar la conexión faltante entre el cerebro y la mano. Para ello, una señal de electroencefalografía (EEG) medida en la cabeza detecta el deseo del paciente de abrir o cerrar la mano.