Cuando el reloj marca la medianoche. Cuando los fuegos artificiales hacen brillar el cielo. Cuando los corchos salen disparados por el aire a más de 45 km/h volando más rápido que Usain Bolt, el hombre más rápido del mundo. Es Nochevieja. Brindar con una copa de cava en la mano se ha convertido en sinónimo del cambio de año: según las encuestas, alrededor del 78 por ciento de los alemanes lo ven así, en Austria incluso el 94 por ciento. Y una de cada dos personas prefiere cavas con un nombre chispeante. Como Kessler, por ejemplo. El productor de cava más antiguo de Alemania quiere aumentar aún más sus estándares de calidad con nuevos sistemas y procesos optimizados para crear una base saludable para el crecimiento futuro. Sostenible, botella a botella, junto con los expertos de Festo Training and Consulting.

Raíces históricas en la Champaña

Últimamente hemos realizado grandes inversiones en instalaciones de producción de última generación para aumentar significativamente la producción durante los próximos años de alrededor de 1,5 millones de botellas", explica Christopher Baur, socio gerente de Kessler, un nombre que representa la tradición como ninguna otra empresa. Georg Christian von Kessler, natural de Suabia, fundó la bodega de cavas que lleva su nombre en Esslingen am Neckar ya en 1826, inspirado en la época que pasó en Francia, donde trabajó para una de las bodegas de champán más famosas del mundo. También llevó consigo a Alemania un proceso muy especial de la Champaña: el "méthode traditionelle", un proceso de fermentación en botella con el que todavía se producen los mejores cavas de la casa.