El principio de la tecnología piezoeléctrica no es comparable al de una electroválvula. El elemento central es la piezocerámica. Cuando se carga eléctricamente, se produce una polarización que provoca la flexión. Esto es proporcional a la tensión aplicada y, por tanto, permite un control proporcional del caudal o de la presión. Así, cuanto más alta es la tensión, mayor es el caudal. La curva de consumo de corriente es completamente distinta a la de una electroválvula proporcional, cuya bobina siempre se debe alimentar con corriente. Solo así se crea el campo magnético que levanta el inducido del asiento de la válvula. En cambio, una válvula piezoeléctrica no necesita ser alimentada constantemente. Se comporta como un condensador. Para cargar la cerámica una vez, basta con una corriente inicial y luego el consumo de energía se vuelve prácticamente a cero.
El diseño de las válvulas piezoeléctricas es muy sencillo. Constan de un cuerpo con los puertos en los que inyectan las boquillas. El gas entra o sale a través de los puertos. Hay uno o dos dobladores de piezocerámica y un muelle encima de cada uno, que proporciona el retorno.