“Mi padre, Javier María Arizti fundó la empresa en 1958 y lo hizo en un país con un panorama industrial que no tiene nada que ver con el actual”, señala Iñigo Arizti, que ha pilotado la compañía durante los últimos 30 años, junto a sus hermanos Jorge y Pablo.

De hecho, Arizti nació junto a la estación de autobuses de Vitoria, estratégicamente situada para dar servicio a los agricultores que llegaban para hacer sus negocios y tenían que cubrir distintas necesidades relacionadas con su maquinaria y sus tractores. “Luego en 1968 la industria dio el sorpasso a la agricultura”, recuerda. Desde entonces la compañía adoptó el perfil que la ha llevado hasta el siglo XXI.

Hoy esta pyme y empresa familiar se ha convertido en un referente en el suministro para el sector del mantenimiento, primer equipo y taller auxiliar de la industria en el País Vasco. Sin embargo, su consolidación se explica por algo más que esta actividad. “Evidentemente somos pioneros en el mundo de los rodamientos y hemos ampliado nuestra oferta a muchos otros productos, pero la clave para nosotros ha sido añadir valor a las ventas, ofreciendo un servicio cercano al cliente con asesoramiento in situ, y una formación muy completa”, explica Julen Arizti, director técnico y comercial, sobrino de Iñigo, y miembro de la tercera generación.

Vender con conocimiento

“En efecto, no se trata de vender por vender -coincide Iñigo Aizti- hay que hacerlo con el conocimiento exacto de lo que necesita el cliente para darle la mejor solución, ahí radica el valor”. La compañía se ha centrado en aquellos sectores en los que poseía un mayor know how y así ha podido proporcionar un servicio óptimo con las mejores marcas del mercado.

En coherencia con este cometido, Arizti ha priorizado los clientes de proximidad. “Nos dirigimos principalmente a este mercado de cercanía porque nos permite ofrecer un cóctel de éxito basado en servicio, precio y calidad. De todos modos, no hemos renunciado a vender en el extranjero, porque tenemos stock de ciertos productos muy demandados principalmente en Europa”, puntualiza.

Respecto a los ingredientes del cóctel, deben estar en un equilibrio razonable. “Estar cerca del cliente nos permite escucharlo y apoyarlo, es una atención que naturalmente hay que pagar -prosigue Iñigo Arizti- y desde este punto de vista no podemos ser los más baratos del mercado”. En su opinión: “el precio es importante, el servicio es importante, pero creo que la calidad todavía lo es más, no podemos incluir en nuestro portafolio un producto que dé problemas”.

Para Julen Arizti, “la calidad está muy ligada con la formación que realizamos tanto a nivel interno como externo”. La empresa la lleva cabo en sus instalaciones en una sala especialmente habilitada para ello y también en las de los clientes, si así lo requieren. “Estamos abiertos a escuchar las demandas del cliente –precisa Iñigo Arizti– y a preparar aquellos contenidos específicos que le interesen en un momento determinado, de modo que no nos vean como un simple proveedor, sino como una empresa que les puede dar algo más”.

Un tipo de formación más específica es la que Arizti imparte en centros de grado medio y superior. “Esos alumnos a quienes nos dirigimos van a ser futuros trabajadores y creo que está muy bien que empiecen a familiarizarse con la industria y su entorno”, subraya Julen Arizti.

Festo: Un win-win duradero

Arizti cuenta con diversos productos de Festo en su catálogo, después de una relación de más de 30 años, que empezó por la neumática pero que hoy comprende un amplio espectro de componentes. “Al principio -recuerda Iñigo Arizti- Festo tenía su plataforma en Bilbao, pero cuando vieron que en Vitoria había mucho mercado la trasladaron aquí”.

“La relación con Festo -continua Julen Arizti- nos garantiza tener producto de calidad y eso se nota después en la satisfacción de los clientes, además, claro está, de todo el asesoramiento y seguimiento que nos sirve de apoyo en las operaciones que llevamos a cabo”.

La empresa es distribuidora oficial de Festo y cabe preguntarse si ello implica algún reto especial. Iñigo Arizti lo contempla así: “Supone llevar la bandera de la marca. Nosotros nos casamos con la marca y le somos fieles. Somos más que un distribuidor, somos un partner con el win-win como filosofía”.

Como en todo matrimonio la relación pasa por distintas etapas, pero para Iñigo Arizti en el caso de Festo el balance final es claramente positivo: “nos han ayudado a crecer como empresa, tanto interna como externamente, y nos han abierto puertas a clientes a los que de otro modo hubiese sido difícil llegar. Por nuestro ADN y nuestra filosofía, solo podemos trabajar con empresas que tengan un reconocido prestigio”.

Familia y futuro

Mucho se ha escrito sobre las particularidades de la empresa familiar, pero más allá de este debate, Iñigo Arizti está convencido, de entrada, de que esta condición “supone una doble responsabilidad: ante el mercado y ante la familia”.

Luego, pensándolo más a fondo, aparece una tercera, “ligada a los trabajadores, porque nos conocemos todos desde hace tiempo y también conocemos a sus familias”. Esta dimensión no le pasa por alto a Julen quién, cuando termine el proceso de transición en marcha, tomará, junto al otro sobrino de Iñigo, Ander, las riendas de la compañía: “Al final lo familiar impregna a todos los que formamos parte de esta empresa, y acaba siendo una filosofía de ir por el mismo camino y luchar por el mismo objetivo”.

Esta filosofía será útil, sin duda, para abordar un escenario industrial inmerso en cambios de gran calado, como pueden ser la automatización, la inteligencia artificial, la transición energética o la sostenibilidad, entre otros. Para Julen Arizti, “siempre va a haber incertidumbres, pero eso no nos tiene que frenar”. “El mundo es de los valientes”, subraya Iñigo.

“La forma de encarar el futuro consiste en seguir con la filosofía que nos ha permitido llegar hasta dónde estamos y sobre todo en ser un poco más humanos preocupándonos más de las personas, del medio ambiente y estudiar a fondo los desafíos estar preparados para los cambios inesperados”, concluye Julen Arizti. Por su parte, Iñigo Arizti defiende con optimismo que “de esta forma podemos seguir 65 años más”.