Antes de buscar respuestas, debemos centrarnos en las habilidades directivas. Para gestionar de forma adecuada a sus equipos, los jefes deben aprender a dirigir y a liderar. Ahora bien, es posible que un buen dirigente, que domina la competencia de coordinación, no sea un buen líder, porque la competencia de motivación, que es exclusiva del liderazgo, no la está desarrollando de forma óptima. No hay que olvidar que los puestos de responsabilidad deben obtener resultados, por lo tanto, las funciones de coordinación y motivación son relevantes para ser un buen directivo.

¿Qué es la motivación?

La motivación es aquello que mueve a la persona a actuar en un determinado sentido. En un contexto laboral, motivar es lograr que la persona desee hacer lo que se le pide. Por tanto, motivar es lo contrario a amenazar, obligar, imponer... Mediante la presión, es posible conseguir que la persona haga lo que le pedimos, pero va a ser por un periodo corto de tiempo. La clave en la motivación es el deseo, el tener ganas de hacer. Así que la clave en motivar es encontrar aquello va a desencadenar esa actitud. La motivación influye directamente en:

1. El nivel de esfuerzo: una persona no motivada hará lo mínimo imprescindible para cumplir con el expediente.

2. La calidad del rendimiento: alguien motivado no solo se va a esforzar por cumplir con su trabajo, sino también por hacerlo lo mejor posible.

La motivación por sí sola no garantiza el éxito en el desempeño. Existen factores previos a tener en cuenta, empezando por las capacidades de la persona. No le podemos pedir a alguien que haga algo, por muchas ganas que tenga, si no domina las habilidades necesarias y si no la dotamos de los recursos adecuados.

No todos nos motivamos por lo mismo. De modo que, para conseguir motivar a alguien, primero hay que saber cuáles son los incentivos que valora. Además, en el contexto laboral, hay factores que ayudan siempre, como un sueldo atractivo, un buen ambiente de trabajo, tanto entre los compañeros como con los jefes, y las facilidades para desarrollar la tarea (flexibilidad de horarios y posibilidades de conciliación de la vida personal y laboral, por ejemplo).

El sueldo por sí solo no es un elemento motivador, pero si es bajo, desde luego, sí es garantía de desmotivación.

¿Qué necesidades hay que satisfacer en el contexto laboral?

Para obtener el comportamiento motivado de los integrantes de la plantilla de una empresa, hemos de ser capaces de dar respuesta a dos preguntas fundamentales:

1. ¿Qué necesidades experimentan mis colaboradores, qué es lo que les motiva de verdad?

2. ¿Qué incentivos o recompensas les puedo ofrecer dentro del entorno de trabajo para que deseen hacer aquello que se les solicita?

Quien presenta su candidatura para un empleo acude a la entrevista de trabajo con una automotivación, porque considera que reúne las cualidades necesarias para ejercerlo. Las condiciones extra, además de las funciones a desarrollar y el sueldo, como el tipo de contrato, los beneficios sociales, los horarios, etc., son las que van a marcar (en caso de superar el proceso de selección) que acepte o no el puesto.

Una vez dentro de la empresa, se van a añadir los factores relacionados con el ambiente, que tienen mucho que ver con las habilidades directivas, con la capacidad de motivar y, por tanto, de liderar. Un buen jefe tiene que generar confianza, demostrar que se puede confiar en él o ella, porque eso va a influir en que la gente quiera esforzarse.

El buen clima de trabajo tiene que ver también con factores como la previsión, la transparencia en la gestión y, en general, con la información. Cuando la información no es clara, se favorece la aparición de rumores, la desconfianza y, por consiguiente, la desmotivación.

La importancia del reconocimiento

Y un elemento fundamental, que además no cuesta dinero, es el reconocimiento. Siempre funciona, pero la realidad es que cuesta "dar caricias". El reconocimiento puede adoptar muchas formas: una felicitación por el trabajo bien hecho, feedback respecto a cómo la tarea desarrollada ha impactado en los resultados empresariales, incluso gestos tan simples como una mirada agradable o una sonrisa.

Algo que a veces ocurre, y tiene un impacto nefasto, es el reconocimiento negativo. Cuando solo se pone el acento en lo mal que se hacen las cosas, las personas pierden cualquier motivación y es muy probable que, efectivamente, decidan hacerlo todo mal.

Si una persona tiene la percepción de que su contribución impacta, de que es valiosa para la empresa; en definitiva, si es reconocida, va a estar motivada y va a seguir esforzándose al máximo.

Un buen líder debe saber cuándo y a quién hay que reconocerle su dedicación. No vale el "café para todos". Es muy importante saber preguntar, escuchar y observar. Cada persona es diferente, tiene unas habilidades diferentes y unas necesidades de reconocimiento diferentes.

Los cargos directivos tienen la obligación de crear las condiciones necesarias para que la motivación previa que toda persona trae consigo al incorporarse a una organización se desarrolle y se mantenga en el tiempo, hasta alcanzar los resultados.