La agilidad como factor de competitividad.
Enfrentarse a entornos productivos y productos de cada vez más complejidad, a mercados en constante cambio y a clientes que buscan más valor añadido, hace que la capacidad de adaptar la organización al cambio y con el menor impacto posible en nuestro negocio y nuestros productos sea cada vez más necesario.
En el ecosistema actual, las empresas con una cultura tradicional que favorecen la entrega de tareas con requerimientos acotados (outputs) frente a la entrega de valor real a sus clientes (outcomes), se encuentran en desventaja. La cultura Agile aparece como respuesta a la necesidad de las empresas de generar valor más rápidamente y, por lo tanto, ser más competitivas al adaptarse más rápidamente al mercado.