Usted dirá que, por desgracia, no se puede prescindir de las estaciones de bombeo. Estos sistemas, que mueven enormes cantidades de agua a través de las diferentes etapas de depuración y limpieza, son susceptibles de sufrir fallos y tienen un consumo energético muy elevado. Festo ha desarrollado una solución de automatización segura y energéticamente eficiente para estos "elementos problemáticos" que ya ha demostrado su eficacia cientos de veces en todo el mundo. El problema reside en las válvulas de retención. No las necesita si trabaja con Festo.
En una planta de tratamiento de aguas residuales, las bombas en funcionamiento continuo mueven cantidades ingentes de agua. Esto requiere máquinas enormes, y el consumo de energía es correspondientemente alto. No es de extrañar que el consumo de energía de las plantas de tratamiento de aguas residuales represente hasta el 20 % de los costes municipales de electricidad. Esto se debe en gran parte a la ventilación, mientras que el segundo factor de costes es la estación de bombeo. Esto empeora cuando la tecnología está obsoleta. Especialmente cuando varias bombas funcionan al mismo tiempo. Y cuando, por motivos de redundancia, hay más unidades en reserva.
Una cosa está clara: se requieren, y cada vez se reclaman más, procesos energéticamente eficientes. Sabemos por experiencia que la mayoría de las plantas tienen un gran potencial de ahorro de energía. Veamos primero una estación de bombeo convencional. O puede saltar directamente a la solución de Festo.
Incluso hoy, las estaciones de bombeo de muchas plantas depuradoras y de tratamiento de agua continúan estando respaldadas por válvulas de retención mecánicas. Las válvulas de retención evitan, fundamentalmente, que el agua regrese cuando la bomba está parada. Pero la solución con válvulas de retención mecánicas presenta numerosos inconvenientes. Es propensa a sufrir fallos e ineficiente.
El principal problema es que una válvula de retención, debido al disco de la propia válvula, opone una resistencia a la potencia de la bomba, que primero debe superar. Eso cuesta más energía de la que realmente sería necesaria. De hecho, una válvula de retención afecta incluso la seguridad funcional. Esto se debe a que, cuando la bomba está parada, se forma una burbuja de gas generada por microorganismos que impide que la bomba arranque automáticamente. Por lo tanto, es preciso accionar la válvula de antirretorno manualmente para que la burbuja de gas pueda salir y para que la bomba arranque.
A largo plazo, debe añadirse el hecho de que las válvulas de retención de cierre pueden provocar un golpe de ariete y, con ello, hacer que los sistemas de conductos vibren. Las tuberías están así predestinadas a sufrir daños. Y existe otro factor más que acorta la vida útil de todo el sistema: las válvulas de retención son propensas a escapes. El resultado son fugas y reflujos que son difíciles de detectar. Una vez que el daño es visible, a menudo es preciso sustituir no solo la válvula de retención, sino, en el peor de los casos, incluso la bomba.