Diversos tipos de salchichas alemanas, condimentadas y ahumadas, así como el salami de la Selva Negra o, también, la salchicha polaca de Cracovia, son el deleite de los consumidores desde hace muchos años. El alto nivel de calidad y el aroma siempre se mantienen al mismo nivel, lo que garantiza la satisfacción de los clientes. Para Bösinger Fleischwaren GmbH, empresa líder en el sector de productos cárnicos, esto supone normalizar sus procesos cumpliendo unas exigencias de gran nivel. Esta mediana empresa, de gran tradición, solo puede tener éxito dentro de un mercado tan competitivo si mantiene ese nivel de calidad.

Se trata de un objetivo nada sencillo, considerando que produce 100.000 unidades diarias, lo que equivale a 6000 toneladas de salchichas y jamones ahumados al año. El buen sabor de los productos depende de la calidad de la materia prima y del proceso de ahumado. De la eficiencia del proceso también depende la velocidad de la producción. Bösinger confía desde hace más de 20 años en los generadores de humo y en los ahumadores de Germos GmbH & Co. KG. La última generación de ahumadores de esta marca incluye, por primera vez, componentes estándar de Festo. Gracias a su larga vida útil, garantizan un elevado nivel de disponibilidad, reducen los costes de almacenamiento y los tiempos de entrega son cortos.

Excelente calidad de proceso
Los equipos de Bösinger trabajan las 24 horas del día durante todo el año. "En nuestra planta es importante disponer de equipos muy resistentes, provistos de componentes de gran calidad y plenamente fiables", indica Guido Meurer, gerente de Bösinger, explicando los criterios que deben cumplir sus máquinas. En ese sentido, los generadores de humo y los ahumadores de Germos logran que nuestros procesos sean totalmente fiables. Los generadores de humo, equipados con cilindros normalizados DSBC de Festo, alcanzan su máximo rendimiento en unos pocos segundos. Gracias a la amortiguación PPS autorregulada, estos cilindros son capaces de controlar la mariposa en el tubo de alimentación de humo sin que sea necesario prever trabajos adicionales de mantenimiento.

Durante el proceso de ahumado se calienta el vapor de agua hasta que alcanza una temperatura entre 390 y 420 °C y, a continuación, atraviesa un lecho de virutas de haya. La intensidad del humo varía en función de la temperatura seleccionada. Este humo se deposita por efecto de condensación en la superficie de los productos que se encuentran a una temperatura menor.